Desde Aula de capacidades 1º,
2º
DEPURADORA NATURAL DE
AGUA
Gastamos mucha agua y la echamos sucia por los desagües.
Después las depuradoras que se construyen en casi todas las poblaciones tienen
que limpiarla. Pero estuvimos pensando que la naturaleza siempre ha limpiado
las aguas sucias sin necesidad de grandes máquinas. De no ser así, ya nos
habríamos extinguido envenenados o de una gastroenteritis universal. Así que
hemos querido imitar a la naturaleza fabricando una depuradora sin máquinas, ni
cloro, ni impacto medioambiental. Nos costó una clase entera encontrar el
método más adecuado para poder hacerlo nosotros mismos. Pero ahora podemos
decir que no lo hemos buscado por internet ni nos lo ha contado nadie: lo hemos
deducido solos.
En la primera fase
recogimos los materiales:
- - Una
garrafa de agua vacía,
- -Un
trozo grande de algodón
- -Arena
- -Gravilla
- -Piedras
grandes
Le cortamos el culo a la garrafa y fuimos poniendo los materiales por orden:
· Encima del algodón la arena
· Sobre la arena la gravilla
· Y por último las piedras grandes.
Como la garrafa está boca abajo, el orden en que los
materiales filtran el agua es justo al revés: primero las piedras grandes
impiden el paso de los restos más voluminosos, como trozos de barro, hojas y
piedras. Después la gravilla deja fuera
la arena, la arena filtra el polvo y por último, el algodón limpia lo
que pueda quedar.
Una vez que lo tuvimos construido, echamos agua bien sucia
con barro y todo. Y nuestra depuradora empezó a filtrar.
Primer problema: el agua salía sin barro pero turbia.
Estuvimos pensando por qué había pasado y llegamos a la
conclusión de que había sido por no limpiar los materiales. Pero como en la
naturaleza nadie limpia las piedras, pensamos que el filtro se limpiaría a
medida que se fuese usando. De todas formas, para acelerar decidimos ayudarle
echándole agua limpia.
Al final la depuradora dejo de sacar agua turbia. Ya estaba preparada.
Volvimos a echar agua sucia y esta vez el filtro cumplió su
función.
Segundo problema: nuestra depuradora apesta. Pensamos que es
por culpa del algodón y pondríamos cambiarlo, pero cuando volvamos a filtrar
volverá a pasar lo mismo. Entonces llegamos a la conclusión, de que ese olor
tan desagradable forma parte del proceso de depuración: los restos orgánicos
huelen, es inevitable. Lo único que podemos hacer es no dejar nuestra depuradora
en un sitio cerrado y sobre todo, no acercar la nariz.
Y por último, una reflexión: ¿podemos bebernos el agua que
hemos filtrado? Se supone que está limpia, pero ninguno nos hemos atrevido,
después de haberla visto antes de pasar por la depuradora. Creemos que, aunque
ya no tiene barro, ni nada sucio, es un agua que no está tratada y seguramente
nos sentaría mal. Mejor bebemos del grifo.
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